Autor

  •  Palabra escrita
  •  Página en blanco
  •  De tú a tú
  •  Puzzle
  •  Pretérito imperfecto

PALABRA ESCRITA

Palabra que no vuelas con el viento,

escrita sobre páginas de tiempo.

Palabra que ordenas el pensamiento,

escrita le das voz a mi talento.

Palabra que explicas bien lo que siento,

escrita me das alas cuando invento.

Palabra con razón y sin aliento,

escrita cada vez que yo lo intento.

PÁGINA EN BLANCO

Cada minuto de impoluta blancura es un triunfo para la frustración; una batalla perdida para quien pretende crear algo de la nada; un revés para la frágil autoestima del autor.

El desánimo no acecha solo a los mediocres; también los impacientes suelen cerrar las puertas a su creatividad; incluso quienes se exigen demasiado caen en el pozo de la rendición.

Me enorgullece ser alguien que, frase a frase, párrafo a párrafo, capítulo a capítulo, consigue ilustrar un colorido tapiz emocional que colma de inquietudes a algunos de mis lectores.

A lomos de un estilo grandilocuente y pretencioso, cabalgo por senderos de ficción intentando sortear mis carencias ortográficas, e inventando pautas y normativas que solo yo obedezco.  

Podría ser más sobrio y menos irreverente ante la normativa imperante, pero ese no sería yo; Ereqtus se perdería en una colmena de autores ingeniosos pero carentes de personalidad.

Un carácter que, en mi caso, se perfila con temas recurrentes: el morbo cotidiano del incesto, la prohibitiva carnalidad entre abismos generacionales, la vil traición del adulterio…

Tentaciones mudas que, en la vida real, suelen estar amarradas por grilletes honorables; pero que vuelan osadamente, libres de culpa, en el vasto y fantasioso horizonte de la palabra escrita.

Tentaciones secretas que se reflejan en un espejo de metáforas poéticas y marco sobreadjetivado, sublimando la obscenidad más allá de los malsonantes límites de lo grosero y de lo vulgar.

DE TÚ A TÚ

Me he enfrentado a esta página en blanco para sincerarme contigo; para hablarte, de autor a lector, dejando a un lado mi facunda inventiva. Solo por una vez, quiero romper la barrera que separa la realidad de las mentiras que tan gustosamente te cuento sin la más mínima intención de engañarte.

Pueden ser docenas, cientos o miles los kilómetros que nos separan; días, meses o años el tiempo que tardes en encadenar estas u otras de mis palabras. No obstante, gracias a la red y al lenguaje binario, mis ocurrencias llegan a ti sin costes de materia prima, impresión, encuadernación, distribución, comisiones…

Toda mi gratitud al destino por alumbrarme a finales del siglo pasado, pues en ninguna otra época un manta como yo hubiera podido tener las oportunidades que me ofrecen estos tiempos.

Me abruma la idea de que alguien dedique un puñado de sus horas libres a leerme desde la otra punta del mundo; pues sé, de buena tinta, que muchos rincones del globo terráqueo están salpicados por mis lectores y lectoras. No deja de ser irónico que ninguna de las personas que hay en mi vida sepa de la existencia de Ereqtus.

Seas quien seas, cualquier comentario que me hagas será bienvenido, tanto si se refiere al efecto que te causan mis relatos, a correcciones ortográficas, a tus propias fantasías, a los detalles del sitio desde donde me lees, a tus circunstancias personales…

Si bien es verdad que el 99,9% de mis lectores nunca me comprarán un libro, también es cierto que agradezco el interés de todos aquellos que le dais sentido a mi esfuerzo.

PUZZLE

Cada vez que alguien se pregunta cuánto hay de cierto en mis escritos constata la consumación de una de mis más elevadas metas: contar historias creíbles.

La chispa que enciende mi creatividad suele venir de un pequeño estímulo mundano; una escena trivial que se presenta ante mí, de la manera más fortuita, y echa a volar mi imaginación.

Suelo moldear algunas vivencias propias para encajarlas en mis relatos; incluso he desarrollado algunos de mis intentos, que fueron frustrados en la vida real, para darles un interés relevante.

La gran mayoría de los protagonistas masculinos de mis libros tienen una pieza de mí. Voy a usar algunas comparaciones para que me conozcas un poco mejor.

Tengo la edad de Bruno “Sobrina consentida” y comparto algunas de sus anécdotas.

Mi oficio es el de Mateo “Bajas razones” y sus historias empiezan siendo las mías.

Tuve la niñez solitaria de Germán “Efebotron” y odiaba a mi padre y a mi pueblo.

De pequeño sufrí de fimosis, como Blas “Asuntos Mamarios”, solo eso; lo juro.

Mi pubertad fue peor que la de Leo “Odio a mi hermana” y ni siquiera tenía hermana.

Soy morboso como Daniel “Papá me quiere más a mí”, por suerte: tampoco tengo hijas.

Tengo debilidad por las nalgonas, como Salva “Cuerpo de bomberos”; pueden conmigo.

Soy un desastre hablando con las chicas que me gustan, como Tom “Circulo vicioso”.

Amable, misterioso y eternamente soltero como Diego “Pequeña Nicole”.

Pretendo ser escritor, como Carlo “Capricho de niñera”; hasta he escrito uno de los libros que se mencionan como suyos a lo largo de la trama: “El Pozo”.

PRETÉRITO IMPERFECTO

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…

No, no. No hace tanto tiempo, y fueron las tierras del nordeste de la península ibérica las que me vieron nacer a orillas del mar Mediterráneo; en el seno de una familia convencional.

Mis padres pronto se preocuparon por mí, pues tardé en pronunciar mis primeras palabras, no jugaba con los otros niños, y era el único que siempre dibujaba en blanco y negro.

El fracaso escolar se prolongó a lo largo de toda mi etapa estudiantil. Nunca hacía los deberes, y nadie supo combatir mi inherente desmotivación ni diagnosticarme trastorno alguno.

La asignatura de lengua era mi perdición. Sacaba notas bajo cero ya que las faltas ortográficas me restaban valores superiores a unas puntuaciones ya precarias de por sí. 

Todo empeoró con la adolescencia, pues mi cerrada personalidad solitaria se amedrentó, todavía más, dando rienda suelta a una timidez que me relegó al estatus de bicho raro.

Un día me harté; rompí con todo y me fui muy lejos para empezar de cero. Trabajé en algunos empleos de poca monta hasta que mi primer amor carnal me hizo pedazos el corazón.

Buscando algo que llenara su vacío, dejé mi trabajo y me hice artista. Tras fracasar estrepitosamente como dibujante, la música se me dio mejor, y me ha dado cierta sostenibilidad económica durante más de una década. Desde el 2017 estoy intentándolo seriamente con las letras. Nadie nace enseñado, pero no dejo de mejorar y ya me atrevo con libros de temáticas no eróticas.



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