EL SOL DE LA VERDAD

relatos cortos, literatura erótica, topless, playa, universitaria, alumna con profesor.

Carlota está relajada, con los ojos cerrados, sobre la toalla. El suave sonido de las olas del mar acaricia su serenidad mientras unos radiantes rayos de sol azotan la palidez de una piel propia de una chica de ciudad.

 La suave brisa le trae el olor del agua marina junto con un chispeo acuático, apenas perceptible, que la premia con una sutil pero preciada sensación de frescor. Las voces de las conversaciones ajenas y de los niños jugando viajan suspendidas en el aire, colándose entre el romper de las olas y profanando su elevado y místico estado.

-Eh, tía, ¿hacemos topless?-  dice Eva en voz baja.

-¿Qué dices?… … yo paso- responde Carlota sin siquiera abrir los ojos.

-Vaaaa… … ¿Por qué no?- ya a plena voz -Aquí no nos conoce nadie-

-Hazlo tú. A mí déjame en paz- sin abandonar su reposada pose tumbada boca arriba.

 En el fondo, le apetece, pero es demasiado recatada para destaparse en una playa con tanta gente; no está habituada.

-!Qué demonios!- Eva se destapa rompiendo por primera vez la quietud de su amiga.

-!Tíaaaa!- fingiendo escándalo cuando lo que la inquieta es el desafío.

-Me voy al agua. Aquí te quedas-  

 Eva camina, despreocupadamente, hacia las olas, bajo la atenta mirada de Carlota.

 Son las mejores amigas desde pequeñas. Una lo sabe todo de la otra y gozan de un grado de complicidad extremo.

 Sentada en su toalla, sobre la arena blanca, Carlota se siente feliz y nota ligera su existencia una vez dejada a tras la pesadez de los exámenes. Han sido semanas muy duras, pero ha obtenido grandes resultados en la dichosa selectividad.

 Ahora se encuentra por encima de todas esas preocupaciones caducas, y se dispone a disfrutar de unas soleadas y merecidas vacaciones. No está dispuesta a que nada ni nadie le corte las alas; ni siquiera las miradas indiscretas de unos desconocidos; así que, sin pensárselo más, se libera de sus complejos y se queda solo con la parte de debajo de su bikini.

 Guardando su compostura, anda soportando, estoicamente, la ardiente arena bajo sus pies. Se encamina hacia el reencuentro con su amiga, quien ya disfruta de un delicioso baño marino. El alivio que le otorga la humedad de sus últimos pasos precede el impacto de un agua inesperadamente fría. Es solo la primera impresión. Consciente de su grado de desnudez, intenta mantener la elegancia haciendo frente a los gélidos ataques de cada una de las olas mientras se adentra en el mar. Eva rompe todo su glamur sorprendiéndola con fulminantes salpicaduras.

-!Aaaaaaaah! !¿Serás perrraaaaah?!- exclama Carlota alienada del resto del mundo.

-Jajjajjaa, lo hago por ti, para que no dudes tanto al entrar- con recochineo.

 Carlota escucha esa burla ya sumergida en el agua. Vestida por las aguas se siente más segura y ya casi no tiene frío. Mira a su alrededor. Afortunadamente nadie parece inquietado por su liberación, aunque, desde luego: todo hubiera sido más discreto sin las fechorías de su amiga.

 El caso es que Carlota tiene la impresión de tener demasiado pecho. No es un pecho descomunal, pero, teniendo una figura más bien esbelta, sus tetas adquieren un gran protagonismo en su silueta y rezuman sexualidad. Es consciente de lo buena que está en todos los sentidos, pero su personalidad, algo reservada, la empuja a intentar pasar desapercibida siempre que puede.

 Hoy es diferente. Todo eso da igual porque se encuentran a unos cincuenta kilómetros de su ciudad y ahí no hay nadie que la conozca.

 La arena no está abarrotada, aunque hay bastante gente. Se trata de una cala que antaño fue inaccesible y secreta, pero que, a día de hoy, hospeda a una gran multitud de bañistas, quienes, conocedores de su ubicación, no dejan escapar la oportunidad de acercarse a tan paradisiaco paisaje.

Las chicas lo están pasando realmente bien:

-¿Qué? ¿Salimos ya?- dice Carlota.

-No, todavía no, un poco más- suplica a modo de niña pequeña.

 Eva parece un poco extraña. Está tramando algo y, conociéndola, no puede ser nada bueno. Puede que le haya echado el ojo a algún chico. Aunque es un poco gordita, tiene tanta seguridad en sí misma que le resulta fácil ligar con quien quiere. La playa resulta un sitio ideal para sus travesuras.

 Carlota siente el desplazamiento lateral al que intenta arrastrarle su amiga a cada paso que dan hacia la orilla. El agua apenas les llega ya a la cintura.

 La expresión de Eva empieza a preocuparla de verdad, ya que transmite un alarmante grado de culpa. De pronto unos fuertes latidos la golpean por dentro al reconocer a una cara conocida:

-Hola, Carlota- dice Álex.

-… … Aah… … Hola- pronuncia ella apresada por un imperioso asombro.

 Sonrojándose, Carlota ata, con su mirada, los ojos de su interlocutor para asegurarse que no miran donde no deben.

 Por un momento, la chica ha sentido el impulso de dejarse caer para que el agua arrope, de nuevo, sus tetas, pero una bofetada de sentido común la ha detenido a tiempo, salvándola de lo que hubiese sido una situación todavía mucho más bochornosa.

-Al final, lograste aprobar mi asignatura- dice él con toda normalidad.

-Sí. Ya ves… … Me costó lo suyo, pero al final lo logré- suspira ella.

Mientras intercambian algunas frases frívolas y ligeras, ella no puede evitar protestar, interiormente, contra el cruel destino que la ha empujado a encontrarse con su profesor de ciencias sociales. Precisamente el más duro y con quien tuvo una relación más tensa. Alguien que la humillo varias veces en clase; sobre todo ese día que la pillo copiando en un examen. Un personaje que, en el curso pasado, la suspendió por pocas décimas y la obligó a estudiar su asignatura durante todas las vacaciones. Un ser tan despreciable que…

-Perdona que haya sido tan duro contigo, pero algún día me lo agradecerás-

 Cuando termina la frase, observa cómo su hijita pequeña chapotea a pocos metros, entretenida con sus gafas de bucear y una pala. Carlota aprovecha para echarle una mirada asesina a su amiga, quien hace alarmantes muecas de ninfómana en celo.

-!Clara!- dice Álex   -!No te alejes! !Acércate, va!-

 Lo cierto es que, viéndolo en clase, nunca hubiera sospechado que su profesor tuviera ese cuerpo tan musculoso. Parecía más bien grueso y cavia pensar que le sobraban algunos kilos; pero la sincera luz solar revela que no hay nada sobrante en aquel cuerpazo lleno de masculinidad.

****

-Yo creo que te mira- susurra Eva.

-Anda, déjalo ya- contesta Carlota armándose de paciencia.

 Apenas diez metros separan sus arenosas localizaciones. Álex está junto a su mujer, quien, pendiente de su ordenador, no parece estar gozando de tan idílico día playero. Mientras tanto, la pequeña Clara sigue entretenida, con sus herramientas de plástico, construyendo un chapucero castillo de arena.

-Lleva gafas de sol para poder mirarte de reojo- insiste Eva.

-¿Cómo me has podido hacer esto? Con el corte que me da…- resentida.

-Sí… … pero te veo con una postura muy sexy. ¿Estás posando?- chinchándola.

-!Pero ¿qué dices?!- responde escandalizada.

 Una breve pausa deja respirar la conversación hasta que Eva retoma su particular oratoria:

-Mira la Moco, ahí, amorrada al ordenador… … Es fea, ¿eh?-

-Pues sí. Es un asco de tía… … Suerte que el próximo año ya no me dará lenguas-  

-Además de fea, borde y mala profesora: yo no me enteraba de nada- dice sonriente.

-Pero la niña les ha salido muy mona. Es un encanto-

 De pronto, Álex las sorprende mirando hacia él. Las dos reaccionan rectificando su postura, abruptamente, con una sincronía clavada que las delata.

-Mierda, nos ha  pillado- dice Eva rompiendo una carcajada.

-!Joh!… … Qué mal. Yo estaba mirando a la niña- se lamenta Carlota avergonzada.

-Sí, sí… … eso díselo a él-

 Carlota cortó con su novio hará un par de meses. Fue una relación tormentosa con alguien que de ningún modo la merecía; al menos eso es lo que piensan aquellas dos amigas que tanto suelen coincidir en sus opiniones. Desde entonces no ha tenido ni una triste cita.

 Una vez pasado el calvario académico de fin de curso, nota una inquietud en sus entrañas que parece alimentada, en parte, por la llegada del verano. Se podría decir que es una gata en celo.

-hOla, Katota- pronuncia Clara a duras penas.

-Hola, preciosa- contesta Carlota abandonando su estado relajado y soñoliento.

-Kogemos… … barco con papá… ¿venís?- dice la pequeña gesticulando cómicamente.

-Eso es una invitación formal- señala Eva.

 Álex las saluda, desde lejos, señalando su barca hinchable.

-!¿Qué hacemos, tía?!- dice Carlota apretando los dientes y abriendo mucho los ojos.

-!Vamos!- contesta Eva emocionada.

-Pero está la Moco ahí- 

-Déjala, no se entera de nada. No sé, yo voy- levantándose totalmente despechugada. 

-!Espera!- dice Carlota siguiéndola mientras restaura su bikini al completo.

 Clara guía a las chicas a través de ese entramado de toallas con paso alegre y titubeante. Un silencio lleno de expectativas acompaña a Carlota y a Eva en su trayectoria. Cuando llegan, Álex ya está subiendo a su hija sobre la barca de remos.

-Isabel no quiere despegarse de la pantalla. Está corrigiendo trabajos- dice fastidiado.

-Bueno, no tendrás a una de cuarenta- dice Eva -Pero tienes a dos de veinte-

-Isabel ya pasa de los cuarenta- dice aún más resignado.

-Y nosotros no llegamos a veinte, todavía- corrige Carlota siguiendo con el juego.

-Ni sumando a Clara. Las tres no sumamos la edad de tu mujer- golpea Eva.

 Álex la mira con complicidad, procurando que no se le caigan los ojos hacia tan desinhibidos pechos. Una vez completado el pasaje, el capitán empieza a remar y sigue con la charla:

-¿Qué quieres que te diga? Nos hacemos mayores- suspirando.

-Ya, Álex, pero, en serio: ¿la Moco?- dice Eva rompiendo por completo el protocolo.

-!Tíaaaaah!- intenta frenarla Carlota, escandalizada.

-No, no te preocupes- dice él -Ya sé que todos la llamáis así, lo que no se es porque-  

-Es porqué habla mucho y, cuando lleva un rato, se le hace un moco en la boca-

 Eva carece del más mínimo tacto, pero eso forma parte de su encanto. A Álex no parece molestarle lo más mínimo, y Carlota se percata de que su enfado no tiene ningún sentido.

 Cada uno de los vigorosos golpes de remo que da el profesor les distancia más del mundano sonido de la muchedumbre playera y les adentra en una tranquilidad que se aliña, místicamente, con el sonido de las olas.

-No siempre fue así- dice él tras unos instantes de silencio.

-¿Cómo era?- se interesa Carlota.

-También ella fue alegre, juvenil y espontanea; pero los años la han cambiado-

-Debe ser un coñazo compartir la vida con ella. Perdona, ¿eh?- 

-No, Eva, en casa no es como en clase, pero debo reconocer que la llama se apagó hace tiempo. Tanta corrección y pragmatismo; tanta rutina: en el trabajo, en casa, en la cama…-

-Yo le vomitaría encima si tuviera que acostarme con ella- insistiendo en su actitud hiriente.

-Eva, cállateeee- interviene Carlota, incomoda, justo antes de que su amiga insista.

-No. A ver. Álex: Estás todo el día rodeado de adolescentes preciosas como nosotras y… … ¿te tienes que conformar con eso? A mí no me engañas- dice Eva desafiante.

-Todavía no he intentado engañarte. Ni si quiera me has hecho ninguna pregunta-

-¿En quién piensas cuando follas con tu mujer?-  pronuncia Eva ensartándole con su incisivo interrogante mientras busca la verdad en sus ojos.

Unas salpicaduras accidentales mojan a Carlota, rompiendo su quietud expectante. Clara, con sus inseparables manguitos hinchables, sigue en proa, enajenada, mirando a través de las cristalinas aguas que están surcando. Álex deja de remar un momento para conectar la mirada con su agresiva interlocutora.

-No pienso siempre en la misma mujer- responde mostrándose transparente.

-¿Pero piensas en las alumnas?-  pregunta Eva sonriendo con maldad.

-Eso sí que no te lo voy a decir- negando con la cabeza.

-¿En quién pensaste la última vez?- insiste Eva, llena de curiosidad.

-Hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo- subiendo su mirada como si en el cielo estuviera la respuesta -lo que sí sé es en quien pensaré a la próxima-

 Una mirada fugaz conecta los ojos de Álex con los de Carlota, haciendo pedazos el suspense que parecía proponer su frase.

 Algo golpea muy fuerte el corazón de la chica, quién se siente completamente aludida, por muy escueto y accidental que haya sido ese vistazo.

Eva aspira bruscamente, a modo de exclamación, mientras su amiga la mira con los ojos muy abiertos y niega con la cabeza suplicando discreción. Álex intenta disimular, remando, hasta que de pronto Clara aparece en escena:

-Papá, papá, ayá- señalando un pequeño islote de rocas negras cercano.

-¿Qué pasa, amor? ¿Quieres ir allá?- evaluando la distancia.

-No está muy lejos- dice Eva todavía consternada.

-Ese es un buen sitio para tomar el sol sin nadie que te moleste- señala Carlota.

-No sé yo si encontraras un sitio muy cómodo en esas rocas- contesta Álex encaminándose con esfuerzo.

 El color amarillo del bote es todavía reluciente, uniforme y sin marcas; huele a nuevo. Una inesperada ráfaga de viento parece acompañarles en el trayecto. Aun estando a gran profundidad, el fondo marino se distingue a través de tan limpias aguas. Clara señala emocionada los diferentes peces que va encontrando por el camino.

-Ya no queda mucho- afirma Álex masticando su propio esfuerzo.

-!Io kiedo, io kiedo!- dice la niña señalando el islote, emocionada.

-¿Qué pasa, Clara?- se interesa Eva -¿Quieres nadar hasta la isla?-

-Vamos, cariño, ponte bien los manguitos si quieres ir- le indica su padre.

-¿De verdad vas a dejarla nadar aquí? ¿No es muy pequeña?- se preocupa Carlota.

-Esos manguitos son más seguros que un flotador y a ella le encanta nadar-

-Yo la acompaño. ¿Vamos, Clara?- dice Eva muy motivada.

 Apenas terminada esa frase, se lanza salpicando a su amiga con un sonoro “Chof”. Carlota, algo molesta, sigue sin verlo claro:

-No estamos un poco lejos aún-

-Déjalas, no hay reto si no tienen que nadar unos metros- responde despreocupado.

-Pero vigila no se rasque con las rocas, ¿eh, Eva?- le previene su amiga.  

-!Vamos, Clara! !Salta!- dice Eva con una voz muy aguda y enfática.  

-Ten cuidado, Eva. Es una niña muy pequeña- insiste Carlota protectoramente.

-Ten cuidado tú, no vaya a ser que te pinches con algo-  

 Carlota prefiere no indagar en el doble sentido de esa advertencia obscena, y se limita a observar cómo la mocosa chapotea, salpicando felicidad y entusiasmo a diestro y siniestro.

 Mientras se alejan lentamente, la chica se da cuenta de la situación que le acecha. Sin la intensa presencia de Eva, quien rellena cualquier silencio incómodo con su impetuosa labia, una nube de incertidumbre la amenaza incómodamente. Aun sin mirar a su profesor, intenta mantener la atención en las bañistas todo el tiempo que puede.

“¿Cómo no lo he visto venir? ¿Y ahora qué?”

 Cuando siente que su propia quietud hace más abismal la ausencia de su amiga, decide dirigir la mirada hacia Álex, de nuevo, para decirle algo que todavía no se le ha ocurrido. Él parece mucho más cómodo, reclinado con sus gruesos brazos encima de los laterales de la barca. Carlota sabe que su acompañante llevaba rato sin quitarle ojo. Abre la boca, pero no le sale ninguna palabra todavía.

-¿Qué te pasa?- dice Álex condescendientemente.

-Nada, ¿y a ti?- un tanto ofendida.

-Solo es que te veo un poco cortada conmigo; ahora-  

-Ah, no… … es que me preocupa un poco la niña-  

-… … ¿Puedo pedirte algo?-  pregunta tras una breve pausa.

-¿Qué?- escueta y temerosa.

-Enséñame las tetas- sugiere con una inquietante naturalidad.

-!¿Qué?!- exclama sorprendida y con una risa nerviosa  -¿Q.Como q?… … !Nooo!-

-Vamos… … antes las llevabas al aire, que más te da-  

-Pues eso… … ya me las has visto- responde ella víctima de una sonrojada conmoción.

-No, no me dejabas. Me mirabas fijamente para vigilarme- señala sin dejar de sonreír.

-Pero ¿a ti que te pasa?-  indignada -Tu hija está ahí y… … tu mujer…-

-Clara está en otro mundo ahora y mi mujer tiene la cabeza mucho más lejos aún-

-!Me da igual!- abriendo los brazos y negando con la cabeza.

-Qué tonta eres. Eva ya estaría jadeando encima de mí- 

-Pues llámala y os dejo solos. Yo no he buscado esto- aclara desviando la vista.

-Vamos, Carlota, ya no estamos en clase, nunca más nos veremos ahí- 

-Menos mal, porque te odio, y después de esto todavía más- revela a la defensiva.

-No me odias. Me has odiado mucho en el pasado, pero ahora ya no-  

-Me da igual lo que pienses- sin ser capaz de contactar su mirada.

-Cuando he despertado esta mañana, no podía imaginar que te encontraría aquí y que me quedaría a solas contigo, en mi bote, en alta mar. ¿Sabes? En otra realidad yo no te digo lo buena que estás y lo cachondo que me pones; lo dejo pasar y me limito a tocarme, por la noche, pensando en ti; imaginando lo que hubiera pasado. Pero, ¿te digo una cosa? No quiero ser el Álex de esa realidad-

 Algo desconcertada, Carlota vuelve a premiarle con su mirada, y, con un tono más calmado, responde:

-Tú siempre tan elocuente, ¿no?- con cierto desprecio menguante.

-Si no lo fuera no sería tan buen profesor- proclama lleno de confianza.

-Vale, pero no te voy a enseñar mis pechos- cerrándose en banda.

-No me los enseñes, solo déjame tocarlos. No me quites eso-

-Estás loco- responde resoplando y mirando el islote.

-Míralas, ya han llegado- observa Álex tras empatizar con su mirada.

-Desde aquí nos podrían ver- dice añadiendo contras.

-Clara está en otras cosas, y a tu amiga le encantaría que ocurriese algo entre nosotros-

****

 Eva se asusta, por un momento, mientras ve, a lo lejos, un forcejeo en la barca, aun así, su amiga no pide auxilio. Sabe que ha sido ella quien ha empujado a su amiga a esa situación, y nunca se perdonaría que le ocurriera algo malo. Clara se percata de su estado ausente, y busca con la mirada lo que tanto la distrae.

-¿ke aze papá?- pregunta extrañada.

-Solo juegan, cariño, se hacen cosquillaaaahs- emulando dicha acción con la niña.

-Ahjahjahj- ríe Clara despreocupada.

 Se encuentran a unos treinta metros de distancia ya que la constante brisa les ha distanciado un poco. En el islote, la niña cree haber descubierto un nuevo mundo al tiempo que su tutora sigue pendiente de la barca.

****

-!Que me dejes, cerdo!- con rabia contenida mientras Álex la manosea.

-¿Qué te pasa? ¿Tienes novio o algo?- relajando un poco su ataque.

-No te importa- con la respiración acelerada, intentando recogerse en el borde de la embarcación.

 Su mirada esquiva no le permite percatarse de la nueva maniobra de su acosador, quien la sorprende ya libre de la cobertura que le ofrecía su bañador:

-Mira lo que me has hecho- señalando su grotesco pollón con la mirada.

 Álex está todavía muy cerca de Carlota, en el centro de la barca. La chica no puede evitar fijar la mirada en esa poderosa tranca, una y otra vez, sin salir de su asombro.

-Estamos en un punto de no retorno, cariño. ¿Qué vas a hacer?- impasible.

-¿Que qué, qué… … qué?-  consternada.

-En pocos minutos estaremos de vuelta y nunca más volverás a estar conmigo-

 A pesar de todos sus reparos, Carlota está muy cachonda; y es que el odio no siempre es una vacuna efectiva para la lujuria.   

 Su profesor, tantas veces encorsetado bajo ese hostil y odioso rol disciplinario, ahora está ahí, tal y como dios lo trajo al mundo, implorándole su favor.

 Hace apenas una hora, Álex era alguien a quien nunca hubiera imaginado dentro de ella, pero ahora… La situación es insostenible y, prisionera de los límites del bote, mira a la orilla en busca de una salida; pero algo la frena.

-¿No estarás pensando en saltar?- pregunta Álex con renovados temores.

-¿Tú qué crees?- intentando señalar lo obvio de su respuesta.

-No seas mojigata. No voy a hacerte ningún daño. Yo me debo a mis alumnas. Intento enseñarte una última lección-

-Pero ¿qué…? ¿De qué hablas?-  se extraña incrédula.

-Solo quiero sacarte de tu zona de confort, abrirte a nuevos horizontes, nuevas sensaciones- afirma él justificando su tendenciosa actitud.

-¿Y todo eso lo vas a hacer con tu polla?- rebajando tan elevadas pretensiones.

-No seas simple, Carlota. Hasta la escultura más hermosa se esculpió con algo tan burdo como los golpes de un martillo-

-No soy simple; solo intento ponerte en tu lugar porqué parece que te has perdido-

-Yo no lo creo. Estoy fuera de lugar cuando estoy en medio de la ciudad, saliendo de un atasco para entrar en una clase repleta de niños que me odian y que no tienen ningún interés por aprender. Ahora… … ahora estoy en mi lugar, gobernando mi barco, surcando mares vacacionales, lejos de la inmundicia urbana, desnudo bajo el sol de la verdad junto a una hermosa sirena-

-¿Es que también eres profesor de poesía?- pregunta con ironía.

-Sí- responde tan rotundo como escueto.

 Su retórica poética es infranqueable, aunque Carlota no tiene dudas acerca de lo que realmente quiere ese hombre: FOLLARLA. Aun así, no deja de ser cierto que lo único que les separa de un gozo tan tentador son unos pocos valores que se tambalean bajo el peso de un deseo cada vez más insostenible.

Su odiado profesor le está dando mucho morbo desde hace ya un buen rato, y la comunión de las circunstancias la empuja hacia sus libertinos brazos. Carlota pronuncia una frase a modo de timón para encaminar ese devenir.

-Bueno… … Vamos a ver… … No sé muy bien cómo resolver esto, pero… … creo que podemos llegar a un acuerdo- explica con cara pensativa.

-¿Y cuál es el acuerdo en el que estás pensando?- replica Álex, completamente desinhibido respecto a su completa desnudez.

-Voy a enseñarte mis tetas de nuevo, pero nada más. Tú te darás por satisfecho y nadie se irá disgustado a casa- afirma salomónicamente.

-Eso no me parece justo, dado que ya te las vi antes, necesito que me ofrezcas algo más para quedarme contento-

-… … … Puede que deje que me las toques un poco. Te dejaré tocármelas, pero solo un . momento- insistiendo en su propia decencia.

-De acuerdo, pero quiero usar mi boca. Quiero besarte y morderte los pezones-

 Carlota levanta las cejas, con la mirada perdida, sospesando esa contraoferta sin demasiados reparos.

****

 Los ojos de Eva se debaten entre su pequeña custodiada y los acontecimientos que ocurren a lo lejos, a bordo de aquella embarcación doméstica. Esos confusos movimientos sexuales, eclipsados, parcialmente, por la melena de su amiga, van adquiriendo un carácter mucho más explícito y sugerente.

-!Papaaaá!- grita Clara con toda la potencia que le permiten sus menudos pulmones.

-Cállate, tesoro. Están lejos, no puede oírte-

-Pedo io kiedo ke venga-

-Déjalos que jueguen un poco más. De seguida iremos-  

 Eva está orgullosa de haber encendido la mecha de la lujuria desenfrenada que sacude, indecentemente, la flotabilidad de ese medio de transporte hinchable; aunque parte de ella desearía estar ahí, participando de aquel indecente altercado carnal.

 Clara es demasiado impetuosa para dejarse mandar por una recién llegada a su vida. Abandona su estancia rocosa para nadar, a mar abierto, hacía su querido papá. Su ritmo es tranquilizadoramente lento y no representa una amenaza: ni para la intimidad de los amantes, ni para la inocencia de la niña.

****

Ohh… … oO0h… … Tu hijita te llamaaah… … o0oh… … o0h- con una voz muy aguda.  

-Dejalaaaah… … dejala  que chilleh… … aaah… …oOh- con la respiración acelerada.

 La chica está disfrutando de los momentos más excitantes de su vida. Encaramada encima de Álex, nota cómo su poderosa polla la penetra muy adentro. Ambos están ya completamente desnudos y apenas median palabra inmersos en esa frenética cabalgada. Carlota se siente extraña cuando las grandes manos de su profesor se apresuran a reconocer sus encantos con fuertes magreos. Por su parte: ella no cesa en frotar sus musculosos pectorales a modo de apoyo mientras gime sin parar:

-!Fóllameeeh!… … !follame  fuerte, profe!-

-¿Asíiíií?… … ¿Te gusta asíiíiíií, niña?-

-Oo0h… … Síiíiíih… … Me encantaaah…-

 Nunca se hubiera imaginado con un hombre tan mayor que, hasta el día de hoy, jugaba un papel tan distinto en su vida.

 En medio del ajetreo, Álex insiste en morderle las tetas de nuevo. Ella adapta el gesto para darle mejor acceso sintiendo su feminidad disparada al son de sus propios gemidos; gemidos que, en cierto modo, parecen fuera de lugar frente a un interlocutor tan conocido a la vez que tan desconocido.

 La humedad de la saliva de Álex en sus pezones erectos se acompaña de numerosas mordeduras y ávidos lametazos que intentan abarcar toda la superficie de sus grandes tetas.              

 Al mismo tiempo, sus varoniles manos recorren sus nalgas y sus muslos de un modo que expresa, mejor que cualquier palabra, el deseo que gobierna la motricidad de ese calenturiento profesor.

 La aleatoria rotación de la barca le ofrece, a Carlota, la panorámica de una orilla lejana repleta de bañistas. Dicha estampa la hace sentir más desnuda, a pesar de que la distancia parece ser suficiente garantía de discreción; a menos que alguien les observe con prismáticos.

 Enfervorizada, no puede reprimir su gozo e incluso suelta alguna que otra palabra malsonante como nunca lo había hecho en un contexto parecido:

-Jodeeer… … Síiíií… … Qué bieeeen… … Que bieeeen…-

-¿Lo veees?… … ¿Lo veees, tontaah? … … … y tú… … y tú que no queríaaas…-

-Síiíií… … me voy a… … me voy a correr… …-

 Las prisas de tan bajas pasiones aceleran los movimientos ondulados de la chica, acercándola a una meta cada vez más cercana hasta que, finalmente, unos gloriosos escalofríos la estremecen, sacudiendo su percepción y agudizando sus sentidos embriagadoramente. Nota el aire caliente, el olor tan peculiar de la goma del bote calentada al sol, las frescas salpicaduras marinas, el pelo desgobernado sobre su rostro… pero, sobre todo, siente aquel poderoso pedazo de carne, repleto de deseo, que la penetra ferozmente al son de lujuriosos jadeos bilaterales. Incluso el bote se une a la fiesta sonando con cada embestida.

 Un inesperado contacto visual toma relevancia azotado por esos zarandeados movimientos; parece la clave para que ambos tomen conciencia el uno del otro más allá de tan colosal disfrute. 

“Sí, es cierto esto que está ocurriendo contigo”

 Álex nota cómo su sistema nervioso empieza a confabularse, desde sus rincones más periféricos, con millones de pequeños corrientes que confluyen y se suman en uno solo, abrumándole con la llegada de un inaplazable orgasmo a modo de ola gigante.

 Carlota se muerde los labios intentando callar sus quebradizos gemidos al tiempo que sigue corriéndose holgadamente. Cuando todavía colean sus sensaciones más placenteras, se ve arrollada, violentamente, y cae sobre el centro de la barca mientras su profesor la encañona con su polla.

-Nonononoh- pronuncia ella temiendo a esa inminente salpicadura.

 Su última silaba de negación se enlaza con el estallido de tan pringosa amenaza. Un caudaloso chorro de esperma la salpica, vigorosamente, impulsado por fuertes contracciones fálicas.

-Toma… … toma… … toma…- sentencia Álex con cada entrega.

 La chica nota el impacto de cada gota sobre sus tetas, su cuello, su cara… Se ve obligada a cerrar los ojos para evitar males mayores. No da crédito a la magnitud de esa corrida que parece no tener fin. Sintiéndose embadurnada de humillación, se lanza al mar nadando muy profundo. Está aturdida por su reciente estallido biológico y por la asquerosa y arrogante eyaculación de su profesor; pero al notar el agua más fría, a lo hondo, recuerda que le da pánico la profundidad y la urgencia de volver a la superficie eclipsa todo lo demás.

 Se ha frotado bien, aún con sus ojos cerrados, purificándose física y mentalmente, desde el silencio oceánico que la cobija.

 Cuando logra abordar de nuevo el bote, se percata de que Álex, con el bañador puesto, ha recuperado la normalidad mientras se dirige a su hijita, muy cercana ya:

-Vamos, Clara… … un poco más… … Papá te ayuda a subir- alargando el brazo.

-Xii… … va- sonríe Clara, dejándose apresar por su padre.

-¿De dónde sales, Carlota?-  pregunta Eva, chistosamente, todavía desde el agua.

-No, nada, me estaba dando un baño- avergonzada, al tiempo que recupera su bikini de manos de Alex.

****

 Carlota recupera su posición sobre la toalla y se tumba boca abajo para tomar el sol. Unos instantes después, regresa Eva con una sonrisa llena de satisfacción:

-Eres una borde, ¿eh, niña? No has dicho nada en toda la vuelta. Suerte de mi labia-

-Cállate, zorra- con cierto resentimiento.  

-¿Zorra yo? Perdona, pero no soy yo quien se acaba de tirar a su profesor en alta mar-

-Es por tu culpa-

-Anda que no te ha gustado, perra-

 Una sonrisa incontenible desmonta la frialdad que intentaba mantener Carlota, desatando la risa de su escandalosa amiga.

-En toda la cara, tía. Se me ha corrido en la cara, y me ha dejado las tetas bonitas también- negando con la cabeza.

-Ya me hubiera gustado a mi beber de esa fuente- contesta llena de envidia.

-Tú porqué eres una guarra, pero yo soy una princesa refinada- mirándola por encima del hombro.

-!Ui! Sí… … mira tú a la monja recatada- burlándose.

-Suerte que tenía el mar ahí para limpiarme bien. Imagínate que me hace esto en clase- añade resignada.

-Uyuyuyuy… … en clase; qué morbo-

  • Has leído 23 páginas de 254.
  • Si quieres un segundo capítulo gratuito, puedes pedírmelo en ereqtus@hotmail.com
  • El libro completo tiene un valor de 10€.
relatos cortos, historias eroticas, incesto.

2-Mi pecado es demasiado hondo para usted
019- Juego de pelotas 1º
038- El sol de la verdad
061- Reverso tecnológico
085- Baño de alcohol
101- Unos pantalones demasiado cortos
123- Elegancia obscena
139- Porcus
218- Juego de pelotas 2º
240- Las pastillas del abuelo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

  1. Me encanta esta historia desearía poder leerla completa

  2. Genial!!! La história nos enrreda y atrapa, maldiciendo quando se acaba el capítulo. Donde conseguir los restantes partes de la…

  3. Genial!!! La história nos enrreda y atrapa, maldiciendo quando se acaba el capítulo. Donde conseguir los restantes partes de la…

  4. Hola buenas. Como se pueden adquirir tus libros?

  5. excelente relato, hasta ahora se ve muy bueno te felicito

  6. Cómo siempre espectacular

  7. Que rico palo se asentaron los tres

Letras Prohibidas – Un relato erotico corto

.

adolescente anal chica cuernos culo culona ereqtus erótica erótico familia grandes Hija hombre Incesto infidelidad infiel joven literatura Madre maduro mujer nalgas Nalgona niña niño oral Padre papá pechos pedófilo Playa polla profesor relato relato erotico gratis sexo sexy Shorts sobrina Tetas tio Topless vacaciones verano Viejo

                       



Esta web utiliza cookies,Puedes ver aquí la politica de cookies.Si continuas navegando estás aceptándola.    Más información
Privacidad